domingo, 18 de noviembre de 2012

La fantasía en los 80: Los Exploradores

De toda la vida ha sido bien conocido por todos el gusto de los niños por construir sus propios refugios. Una caja de cartón, una mesa camilla o los cojines del sofá fueron siempre más que suficientes para que cualquier pequeño tuviera una tarde de lo más entretenida y emocionante. De este modo, conforme los chiquillos se iban haciendo mayores, el ímpetu chabolista les llevaba a emprender obras más complejas con la ayuda de sus amigos, o incluso sus padres. Así, los más privilegiados entre los chavales quizás podían disfrutar de una casita en el árbol de su jardín, pero la mayoría se había de conformar, como mucho, con una choza construida en algún descampado con  chatarra, maderas y mobiliario variado, recogido del contenedor de basura o de alguna obra.
Obviamente esto hoy en día se ha perdido en gran medida, porque aun en el caso de que se pudiera convencer a los niños de que hay cosas mejores que la PSP, la recogida de chatarra en la actualidad tiene una competencia desmedida. Y una 'obra', entendida como lugar donde se construye un edificio, es un concepto casi mitológico para la mayoría de los infantes.

Sea como fuere, lo cierto es que aquellos refugios construidos artesanalmente suponían un lugar donde no había reglas ni límites. Donde se disponía de una simulada independencia, y se abría una ventana a la imaginación, pero que podías cerrar en cuanto te apeteciera ir a tu verdadera casa a tomarte un bocata de nocilla recién hecho por tu madre.

En 1985, alguien en Hollywood tuvo la brillante idea de tomar esta pasión juvenil y elevarla a su quinta esencia. ¿Imaginan qué supondría para un niño poder soñar que puede construir junto a sus amigos su propia nave espacial con la que surcar el espacio exterior? La respuesta la saben muchos de los que crecimos en los 80. Su nombre: Los Exploradores.

La película fue dirigida por un habitual en la ciencia ficción juvenil de la época: Joe Dante, que un año antes había cosechado el que sería su mayor éxito: GremlinsPero especialmente destacable es su reparto, donde encontramos a unos jovencísimos Ethan Hawke y River Phoenix interpretando sus primeros papeles en el cine.

Ethan Hawke y River Phoenix en una escena de la película.
Los Exploradores es una de esas películas que a muchos nos encantaron de pequeños, y cuyo recuerdo nos llena de nostalgia, pero que al volver a ver después de muchos años seguramente decepcionará a muchos. Y es que, a diferencia de otras cintas de la época como Los Goonies o La princesa prometida, es difícil disfrutar plenamente con ella sin la ingenuidad y fantasía propia de un niño. 
Analizada a día de hoy, la primera parte del filme aún sigue teniendo cierto gancho, sobre todo el proceso de construcción de la nave espacial y su viaje inaugural, en el que destrozan medio pueblo. Y el personaje del niño científico, interpretado por Phoenix, encandila a cualquiera con su impresionante manejo del ordenador, haciendo que la informática resulte más fascinante que cualquier sortilegio de Harry Potter. Sin embargo, la parte final, cuando contactan con unos excéntricos extraterrestres teleadictos, acaba por resultar decepcionante incluso para los propios personajes de la trama.

Pese a todo,  Los Exploradores fue una de esas maravillosas películas ochenteras que merecen la pena ser recordadas, aunque sólo sea por esas inolvidables sobremesas que nos brindaban los fines de semana, haciéndonos soñar con increíbles aventuras que luego tratábamos de revivir con nuestros amigos en la calle.




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