viernes, 5 de octubre de 2012

La Zona Caliente: Las Petroleras



Si Brigitte Bardot y Claudia Cardinale fueron dos de los mayores mitos eróticos del siglo XX actuando por separado, imagínense el poder de levantar pasiones que podían llegar a tener juntas.
Esta es la premisa y la esencia que hizo posible la película Las Petroleras (Les Petroleuses, 1971 - Christian Jacque), también conocida como La Leyenda de Frenchie King.
Este spaghetti western femenino aparentemente superficial, resulta ser uno de los mejores y más maravillosos homenajes a nuestra condición de mamíferos, evidenciando que nuestra pasión por la lactancia nos acompañará durante toda la vida atizándonos desde el subconsciente. Dicho esto hay que añadir que el guión de esta cinta puede aparentar ser absolutamente irrelevante, y sin embargo, plantea un profundo dilema moral de fondo:
 ¿Los pechos de la rubia, o de la morena?

Jane Russell en El Forajido
Y es que el western siempre ha sido, es y será el género por excelencia de la testosterona, y como tal, nunca le faltaron sus buenas dosis de destape y erotismo.
El gran pistoletazo de salida lo dio Howard Hughes allá por el año 1943 con El Forajido, donde una voluptuosa Jane Russell provocó un enorme revuelo entre el puritanismo americano, que quiso censurar y prohibir la exhibición de la película, debido a la facilidad con que la actriz aireaba sus bien dotados atributos. Una polémica que Martin Scorsese plasmó en una divertida escena de El Aviador.

Es cierto que el cine americano fue desde el principio pionero rompiendo moldes en este sentido, avanzando lenta pero constantemente en la cuestión del vislumbre mamario. Sin embargo, Hollywood siempre concibió a la mujer dentro de la pulcritud, presentándola bien aseada y maquillada incluso frente a las peores adversidades. En contraste, la estética polvorienta, sucia y realista del spaghetti western aportó ya en los años sesenta un cambio de aires. De modo que en Hasta que llegó su Hora, Sergio Leone nos mostraba que cuanto más desgreñada y sudorosa estaba Claudia Cardinale, menos decente parecía, y mayor deseo llegaba a provocar.

Claudia Cardinale en una escena de la película
En Las Petroleras, el poco decoro llega a su máximo apogeo, y tanto la Bardot como la Cardinale acaban apareciendo magulladas, despeinadas, despatarradas, con las ropas rasgadas y abundante transpiración en la zona pectoral.
Para ofrecer un contrapunto a tan inadecuada conducta, el director no duda en presentarnos siempre que puede la otra cara, filmando a las divas también en sus momentos de higiene personal, ya sea dándose una apacible bañito en el río, o en casa con una palangana y una esponja. Pero, eso sí, estando siempre bajo la atenta mirada de algún cowboy con tendencias voyeuristas.
Sin embargo,  el momento culminante de la película es una memorable pelea de gatas entre ambas estrellas del cine europeo, con unas interpretaciones que no pasarán a la historia, pero... ¿a quién le importa?


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